El acuerdo entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea (UE) preocupa a sectores productivos de Brasil, donde se teme un impacto negativo en una industria menos competitiva que la del viejo continente y el recurso abusivo del “principio de precaución” para frenar la exportación de productos agrícolas sudamericanos.
El acuerdo “no trae ganancias para la industria brasileña del acero, que enfrenta una ociosidad de 34% de la capacidad instalada debido a la crisis económica en el país y al exceso de oferta mundial”, indicó el Instituto Acero Brasil (IAB) en un comunicado.
El IAB también auguró que la industria local “perderá la preferencia” dentro del Mercosur y que “corre el riesgo de recibir” productos de la UE pero con componentes fabricados “fuera del bloque europeo”.
Sumado a ello, el escrito agregó que “el arancel promedio de 12% impuesto a las importaciones al acero debe eliminarse al cabo de un periodo de transición”. Esa protección se justifica dadas “las numerosas asimetrías” existentes entre los dos continentes, dijeron.
El economista e investigador en la universidad de Campinhas (Unicamp), Felipe Queiroz, advirtió: “la productividad industrial del Mercosur es menos que la europea” y “sin algún tipo de barreras, la tendencia es que la desindustrialización se acentúe”.
“Y eso se revierte en desempleo, en un proceso de financiarización y al mismo tiempo de primarización de la economía” de los menos competitivos, prevé.
¿Mejor prevenir que curar?
El acuerdo alcanzado el viernes entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay con Europa también hace referencia al “principio de precaución”, que permite a las autoridades del bloque continental “actuar para proteger la salud humana, animal o vegetal o el medio ambiente frente a cualquier riesgo detectado, aunque el análisis científico no sea concluyente”.
“Históricamente Brasil se opuso al principio de precaución, reivindicado por la UE”, explicó a la Agence France-Presse (AFP) el expresidente de la Sociedad Rural Brasileña, Pedro Camargo Neto.
“Nosotros entendemos que las reglas existentes en el acuerdo multilateral de la OMC (Organización Mundial del Comercio) son y han sido suficientes para garantizar la salud y la seguridad de la población de la Unión Europea”, agregó el también exresponsable de producción y comercio del Ministerio de Agricultura entre 2000 y 2002.
De ahí que esa cláusula dejó estupefactos a algunos sectores: “fue con extrañeza que nos enteramos por la prensa de que el Mercosur habría aceptado esta forma de protección adicional en el acuerdo”, dijo el exfuncionario, subrayando que hay gran preocupación por el tema en el sector agropecuario brasileño.
El encargado de negociaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, Pedro Miguel Costa e Silva, trató de calmar esos recelos. “Todo fue negociado para blindar a Brasil frente a un uso inadecuado de ese instrumento”, afirmó, en declaraciones publicadas el lunes por el diario Valor.
El analista Queiroz está convencido de que el gobierno de Jair Bolsonaro está empeñado en “atender a una fracción del sector agropecuario que apoyó masivamente su elección” a cambio de medidas como la liberalización del porte de armas en el campo y la liberación de agrotóxicos, muchos de los cuales están prohibidos en Europa y Estados Unidos.
En lo que va del año, el gobierno ya liberó el uso de más de 200 nuevos pesticidas.
Pero varios sectores –industriales y agropecuarios– esperan rápidos beneficios gracias a la eliminación de los aranceles impuestos en la UE a productos como calzados, vestuario, jugo de naranja, café industrializado, miel natural, madera compensada, polietileno, cuero o autopartes.
Las gigantes brasileñas del sector alimentación se sintieron bastante seguras en todo caso para celebrar este lunes el acuerdo anunciado el viernes.
Las acciones de BRF (ex Brasil Foods S.A) y de JBS S.A. (alimentos) ganaron el lunes 8,67% y 5,51%, respectivamente, en la Bolsa de Sao Paulo, que cerró con un alza de 0,37%.