Funcionario de la secretaría de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites) destacó en entrevista con Ojo-Publico.com su preocupación por la sobreexplotación de la industria pesquera y maderera en el Perú y por el impacto de las redes del crimen organización global en la extinción de especies.
l abogado colombiano Juan Carlos Vásquez Murillo, jefe de Asuntos Jurídicos y de la Unidad de Conformidad de la Secretaría de Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), visitó el Perú pocos días antes de la Primera Conferencia de Alto Nivel de las Américas sobre el Comercio Ilegal de Vida Silvestre que se realizará en nuestro país el 3 y 4 de octubre. En ese contexto, Vásquez habló de manera extensa sobre la problemática que aborda la entidad rectora en temas de protección de especies que diariamente son comercializadas a nivel global.
Vásquez llegó a Lima para ser parte del taller “Fortalecimiento de Capacidades para la Implementación de la Convención CITES en el Perú”, con el fin de trabajar con las autoridades responsables peruanas de la reglamentación del comercio de fauna y flora silvestre. En la cita participaron funcionarios del Ministerio de Producción (Produce), el Ministerio del Ambiente (Minam) y el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor).
Actualmente, los reportes sobre la extinción de especies a nivel global son noticia de cada día. Desde el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) hasta la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes) hablan de este tema de manera central. ¿Cuánto ayuda Cites a la protección de especies en un contexto que parece irreversible?
El Ipbes ha anunciado que hay un millón de especies amenazadas. Las causas principales son: la pérdida del hábitat, el comercio insostenible, la polución, el cambio climático y las especies invasoras. Cites se dedica a [combatir] la segunda causa que es la sobre explotación y el comercio insostenible de las especies. Nuestra regulación limita ese comercio y se asegura de que sí ocurre sea legal, sostenible y que verifique la trazabilidad de los productos.
El público en general no conoce exactamente qué es la convención Cites. ¿Háblenos del convenio, de las especies incluidas y de sus mecanismos de regulación y sanción?
Es verdad, el tema suena un poco técnico. Somos 7 mil millones de personas consumiendo biodiversidad [de flora y fauna] todos los días. Cites regula el comercio de 36 mil especies incluidas en tres listas. Es una convención única en el sentido de que tiene mecanismos de cumplimiento. Cuando los países incumplen lo que se han comprometido a hacer, hay consecuencias, [incluso] se puede suspender el comercio. Esto viene de la posibilidad de mezclar normas ambientales y comerciales. Nosotros hacemos la fusión de las dos y esto le da la fuerza al convenio. Cuando un país incumple, por ejemplo, y se prueba el incumplimiento, el comité puede llegar a recomendar la suspensión total del comercio de los productos y derivados de alguna de estas 36 mil especies.
¿Cites realiza algún tipo de investigación para este tipo de casos?
Tenemos un sistema de monitoreo a través de los permisos Cites. Para cada transacción [comercial] se necesita un permiso. Además, trabajamos con la Interpol, la organización mundial de aduanas, las ONGs que son muy activas y dan información a las autoridades, y los medios que juegan un papel importante en la vigilancia pero también en la educación de la gente. Muchos casos se originan de investigaciones periodísticas.
«Cites regula el comercio de 36 mil especies incluidas en tres listas»
¿En qué consiste cada una de las listas del Cites y cómo una especie pasa de un nivel a otro de protección en la convención?
El apéndice 1 lista las especies que están en peligro de extinción. Son 900 especies aproximadamente, el 3% de las 36 mil que tenemos en total en Cites. Ahí están los elefantes, tigres, grandes simios, tortugas marinas y algunas orquídeas. El comercio de estas especies está prohibido. En el apéndice 2 tenemos al 97% del total de especies [en Cites], y el comercio está permitido pero bajo condiciones muy estrictas de legalidad y sostenibilidad. El apéndice 3 es una lista muy pequeña, de 400 especies del total, en donde los países, por iniciativa propia, pueden incluir especies que consideran que necesitan de la cooperación internacional. Al incluirla en esta última lista, se pide a los países del mundo que ayuden a controlar el comercio. Por ejemplo, el Perú incluyó el Cedro en el apéndice 3 hace años y esto cambió en la última conferencia [en Suiza]. Ahora pasó del apéndice 3 al 2 porque hubo una propuesta para incluir todas las especies de cedro en esa lista con el objetivo de controlar el comercio de madera chapada y contrachapada. Aquel es un ejemplo de transferencia de una lista a otra para reforzar los controles ya que se considera que la especie está siendo afectada por el comercio.
¿Cómo se aplica el convenio Cites en Perú?
Cada país debe designar una autoridad administrativa que emite los permisos que reglamentan el comercio, así como una autoridad científica independiente que hace los estudios científicos para conocer el estado de las poblaciones silvestres y conocer qué tanto podemos usarlas de manera sostenible. Solo cuando hay ese estudio científico, que denominamos “Dictamen de Extracción no Perjudicial”, y una verificación legal del origen del producto, se puede emitir un permiso Cites. Es decir, el documento Cites es una especie de visa para verificar que ese comercio es amigable con la naturaleza y no perjudica la supervivencia de las especies.
¿Cites ha reforzado la protección de las especies en nuestro país?
Tenemos un caso peruano, una especie que estaba muy amenazada, al borde de la extinción, y que se ha recuperado. Es el caso de las vicuñas. Habían menos de cinco mil en los años ‘70 y ahora tenemos medio millón. Esta especie pasó de la lista 1 a la lista 2. Ahora se puede comercializar la fibra que beneficia a las comunidades altoandinas. Se recuperó la especie que era nuestro objetivo. No ganamos nada poniendo a todas las especies en el apéndice 1. La idea es ponerlas ahí, como en una sala de cuidados intensivos, hasta que se recuperen, y puedan pasar al apéndice 2 para que [luego] puedan ser aprovechadas sosteniblemente.
¿Cuáles fueron las conferencias Cites más emblemáticas en la historia del convenio?
Acabamos de realizar la 18º reunión con 183 países y la Unión Europea. Hubo algunas reuniones muy significativas como la realizada en Bangkok el 2013 y Sudáfrica el 2016, en donde se empezaron a incluir cada vez más especies de tiburones. Es la tendencia. Creemos en el enfoque de protección del planeta a partir de la protección de una especie. No es solo proteger al tiburón, si a no todo su ecosistema, así como su rol en el mismo. Igual en el caso de los árboles, con la caoba, y en el caso de los felinos con el jaguar, el tigre y el león, etc. Creemos en un enfoque [de protección] que va de de lo particular a lo general, con reglas que sean claras y precisas, más que ambiciosas para evitar querer abarcarlo todo y quizás no llegar a nada o a muy poco.
Entre el comercio exterior y la protección de especies
¿Cree usted que, mirando el panorama actual, el convenio ha sido exitoso desde que entró en vigor en 1975?
El trabajo de la conservación es un viaje con muchos escollos, pero creo que sin la Cites ya hubiéramos perdido especies como el elefante, el jaguar y las vicuñas. En ese sentido, la convención ha sido exitosa. Hemos perdido otras especies, como la guacamaya azul de la película Río, que se extinguió en estos últimos años. Es la primera de la lista Cites que se extingue, pero no ha sido por el comercio que regulamos nosotros, sino por el tráfico ilegal de la especie.
Poniendo como ejemplo la extinción de la guacamaya azul, ¿cómo manejan el tráfico ilegal de especies que están incluidas en una convención que regula los procesos de comercio formal?
Luchar contra el tráfico ilegal de especies es una de nuestras grandes banderas ahora. Justo en un par de semanas habrá una cumbre en Perú para hablar de ese tema en América Latina [el 3 y 4 de octubre]. El tráfico empezó antes de la adopción de la Cites y ya se fueron saqueando muchas especies como para que hubiéramos logrado intervenir. Llegamos tarde al problema. Los países hoy están considerando este tema y uno de los grandes problema es que los que trafican quieren ganar tiempo, retrasar hasta el límite la llegada de los controles y tienen lobbies de resistencia que no quieren reglamentar el uso de las especies. Lo que vemos es criminalidad transnacional. Invito a no ver el problema como únicamente nacional pues los traficantes, si ven que el Perú está muy duro, se va a ir a otro país vecino que sea menos estricto. La idea es tener enfoques transnacionales y una fuerte cooperación a nivel internacional.
¿Cree que los países en el convenio Cites priorizan más el comercio exterior que la protección de especies?
No necesariamente. Lo hemos visto con el tiburón mako, por ejemplo. Fue la propuesta con mayor número de respaldo de países debido a que es una especie migratoria. Los países se están concientizando y la labor de los medios y de la sociedad civil está influyendo fuertemente en que no solo prime el aspecto económico en las decisiones de los Estados.
¿Dada la situación actual, los países deberían privilegiar más la protección de flora y fauna a nivel global antes que el comercio exterior de las mismas?
Estamos convencidos de que el comercio y la conservación no son excluyentes. A veces el comercio puede ser el incentivo para la conversación. Por ejemplo, la fibra de vicuña le da un motivo a los campesinos altoandinos para protegerlas, convirtiéndose ellos en los mejores guardianes de la especie. Igual con la madera, permitir su uso sustentable en el comercio, puede ser un incentivo para que los bosques no se conviertan en cultivos de soja. Si no hay ningún valor en conservar estos hábitats para las especies, simplemente los van a quemar como está pasando ahora.